Su tensión sexual es satisfecha con Emily, el chófer, joven seductor de poderoso cuerpo. Esta infidelidad es descubierta por el Führer, que se deshace de su empleado. El poco cuidado de los amantes es aprovechado por alguien que intenta sobornar al partido nazi con dibujos comprometidos de la relación. Pero esto es acallado hábilmente, puede comprometer al prestigio del futuro canciller.

Aparecen en escena Putzi y su hermosa mujer Helene. Hitler, que ya ha perdido la pasión inicial que le producía su sobrina, intenta seducir a Helene, llegando a una situación embarazosa y un tanto ridícula, dada la importancia política del personaje. Es rechazado y esto transforma el amor en una venganza sobre el marido, que al fin y al cabo era un subordinado.

Geli intenta reconquistar a su tío, pero la estrategia no da el resultado esperado. Desencadenando un final funesto, convirtiéndose en un destino repetitivo en todas las mujeres de Hitler. Después del fatal desenlace de su sobrina aparece una ristra de mujeres variadas que tienen en común ser muy bellas y de enamorarse de una manera desesperada del dictador; todas acaban su relación de una manera trágica.

Y sus historias son cortas, intensas, más propias de una triste tragicomedia que de las mujeres de uno de los hombres más temidos de la humanidad. La excepción es Eva Braun, que se transforma en una auténtica compañera, fiel pese a las múltiples infidelidades de él. Es el refugio del guerrero, sin embargo, su final será más terrible incluso que el de las demás.